Vivienda Çò dera Nheu
Val d’Aran
Un refugio que bebe de la tradición
Un terreno situado a una altitud de 1.275 metros, con impresionantes vistas y el emplazamiento semienterrado en la ladera de una montaña han condicionado las soluciones de esta casa que se ha concebido como centro de reunión familiar, al modo de los caseríos de antaño donde cualquier excusa es perfecta para celebrar reuniones festivas alrededor de la mesa.
Su situación, a la entrada del ‘camin reiau’ -camino que conecta desde hace siglos estos pueblos de los Pirineos-, nos ha llevado a diseñar la vivienda para que sirva de bienvenida a todos los visitantes. Se ha recuperado la morfología más clásica, con el fin de simular una simetría buscada y poner en valor las tradiciones más antiguas de encalados y cornisas de las antiguas viviendas en contraposición de las bordas, establos, que no permitían ninguna ornamentación.
El debate habitual sobre la preservación del patrimonio contra la modernidad se ha solucionado, en esta ocasión, mediante el empleo de sutiles detalles como los porticones estucados, la simetría aparente pero inexistente y la proporción exageradamente vertical de las ventanas.
Se ha logrado que, de un simple vistazo, se tenga la sensación de estar ante una casa de pueblo tradicional que, analizada en detalle, consiste en una reinterpretación de los hogares que han poblado estas montañas a lo largo de siglos.
En cuanto al interiorismo, éste está destinado a reforzar esta dualidad entre tradición y modernidad, gracias a la utilización de tonos suaves y materiales nobles que bien podría encontrarse en el entorno natural y que alude a la definición de hogar. En este sentido, la distribución responde a las necesidades del s. XXI, pero introduce acabados y soluciones que se han usado desde siempre.
Los espacios interiores están centrados en las vistas, la chimenea y el hogar (cocina) como se hacía antiguamente, buscando acabados, tonos y sensaciones que inviten a disfrutar de las suaves nevadas de enero y de la eclosión de la primavera, para invitar al sosiego habitual de las gentes de pueblo.